Dibujar por la línea. No salirte. Colorear hacia el mismo lado. Cuidar la proporción. Usar la perspectiva realista. Todas estas frases dichas por nuestras primeras profesoras de arte, o nuestros padres. Nadie nos felicitaba mucho por dibujar fuera de la línea, salirnos de la hoja, colorear hacia todos los lados, desproporcionar figuras o jugar con la perspectiva. Y sin embargo, todo esto lo han hecho los grandes artistas. Y sí, ya sé que por supuesto enseñar técnica es una base fundamental para luego saber cómo deformarla, pero también planteo que enseñarnos a aproximarnos con nuestras posibilidades expresivas y artísticas de este modo, solo nos contribuyó a la neurosis, al miedo de equivocarnos, a la rigidez, a la pésima valoración de lo que puede ser bello o no. En mi propio camino de acercamiento al arte, me he dado cuenta cómo me ha liberado emocional y psicológicamente la pintura abstracta, en especial expresionista. Para que salirse de la línea sea encontrar nuestro trazo.
«Creo que probablemente por eso pinto, porque ya no existo», alguna vez le dijo la gran pintora de expresionismo abstracto Joan Mitchell a Cajori, directora del documental Joan Mitchell: Retrato de una pintora abstracta, con una sonrisa traviesa. «Es maravilloso.» De hecho, la pintora a menudo asociaba su mejor trabajo con el proceso de perderse a sí misma y deshacerse de su ego. Mitchell quien es igual de notoria en el mundo de la pintura que Willem de Kooning y Jackson Pollock, con quien en sus conversaciones en Nueva York cimentaba las bases filosóficas y estéticas del arte abstracto defiende que el artista debe dejarse llevar y que todo está en el feeling. Y lo confirmamos cuando vemos sus composiciones viscerales y llenas de emoción, con pinceladas fuertes y colores vibrantes. Es Mitchell dejando de existir, empezando a ser.

San Francisco Museum of Modern Art (SFMOMA)
Permanent collection
Cuando le preguntaban cómo empezaba una pintura, respondía: «Bueno, tengo que volver a mi palabra feeling«. Así a Mitchell le gustaba pintar el feeling de un espacio, de la naturaleza, de una emoción profunda. Sus pinturas son como sensaciones sobrepuestas coexistiendo, y la captura de una fluidez o tejido emocional enmarañado pero armonioso y luminoso.
Si bien el trabajo de Mitchell se basaba en sentimientos y recuerdos íntimos, el proceso de traducirlos en composiciones abstractas era casi instintivo. “Cuando estoy trabajando, solo soy consciente del lienzo y de lo que me dice que haga”, dijo en otra entrevista. “Ciertamente no soy consciente de mí misma. Pintar es una forma de olvidarse de uno mismo”.
Este abandono de la mente consciente, de la preocupación por la forma, del ego que esconde el cuidado técnico y estético, la conexión terapéutica de la pintura como espacio de libertad y escucha emocional es lo que he encontrado en la pintura abstracta expresionista.

Cheim & Read
Desde hace un tiempo me he propuesto salirme de formas. En alguno de mis talleres de arte terapéutico «Pintando tu voz interior», una chica joven psicóloga debía conectarse consigo misma para pintar la imagen mental que retuvo durante un momento de mindfulness en el que focalizó emociones. Ella abrió rápidamente su navegador para buscar una imagen de la cual copiar el modelo. Pronto se sintió rígida, temerosa de iniciar su pintura, y pudo tomar consciencia de las voces internas en su cabeza que la lanzaron a la búsqueda del referente diciéndole que no podría hacerlo confiando en su propio trazo e imaginación. Pudo identificar su necesidad de control, su ego, el imperativo de evitar el error a toda costa, y además sentir la tensión y estrés que no se supone que deba sentir en un taller de pintura terapéutica. A esta chica terminé recomendándole la pintura abstracta.
Al recomendársela a ella también empecé a hacerlo yo misma. A permitirme encontrar más seguido los sentimientos y sensaciones que no tienen forma, a desaparecer mi consciencia ante el lienzo, a disfrutar el movimiento de la mano, el brazo, el cuerpo, y a que una inercia interna me lleve a expresarme en el registro mas lejano de la palabra que he encontrado. Esta distancia de la palabra y del mundo de los nombres a la que me dejo llevar cuando pinto abstracto, como si llegara a una isla maravillosa donde habito sin necesidades interpretativas, es de lo más terapéutico que he hecho en mucho tiempo.
Por esto coincido con la gran Mitchell, creo que pinto porque al hacerlo ya no existo. Es maravilloso.
Emma Sánchez
*Fragmentos de entrevista tomada del artículo Joan Mitchell on How to Be an Artist, en: https://www.artsy.net/article/artsy-editorial-joan-mitchell-artist